Pegadita al río se encuentra "
La Torre de Londres", fortaleza ordenada construr por (como no)
Guillermo I, allá por el año 1078. Servía de
defensa de la ciudad en sus inicios, para poder establecer un reino como Dios manda (entonces era un dios católico apostólico aún). Luego, fue creciendo a lo largo de los reyes y dinastias para acabar como
fortaleza turística en la que no vive ninguna de los Windsor.
Lo primero que sorprende al entrar es que... vale, hay una torre. Pero es como ir a la feria y llamarle "la olla loca", así, porque es lo que más mola y ya está. Porque ahí hay de todo: Torre, murallas, más torres, casas... Y todas, tienen su historia. O eso intentan sugerir.
Porque claro, la visita tiene su gracia pero te venden cosas muy rarunas. Por ejemplo, visitas a torres que están vacías y que, tras pasearlas por cuartos sin nada, tienen un panel con un vídeo para que te "imagines" lo que debía pasar allí. Y allí estás, en un cuarto vacío pequeño, de pie, viendo un vídeo de Laurence Olivier haciendo de Ricardo III. Y qué quereis que os diga, allí no te imaginas ni a Ricardo ni a su Kingdom ni al Horse. Pero bueno, por lo menos aprendes historietas.
Porque al final, lo más interesante de los castillos en este plan (el plan de: "no queda nada pero aquí iba una cama así como roja que...") es que te cuenten leyendas o historietas. Y en eso, este no defrauda. Si te esperas y coges un Beefeater (los guardianes de la torre, esos señores quasi-disfrazados, que cada X tiempo te hacen el recorrido turístico) te contarán varias. Pero si vas por tu cuenta, el castillo por si solo te cuenta, en concreto, tres leyendas o historietas:
1- La de los niños de la torre. Dos pequeños príncipes herederos (Los hijos de Eduardo IV: el rey niño Eduardo V y su hermano Ricardo, duque de York) que
casualmente desaparecen estando bajo vigilancia de su tío Ricardo. Antes fueron convenientemente deslegitimados por artimañas varias para que ese tío pillara el reino, pero por si acaso, el hombre los guardó bajo llave allá por 1483. Era
Ricardo III. Al parecer, este deforme rey habría
mandado asesinar a los 2 crios. O eso se sospecha. El asesinato jamás pudo ser probado porque los cuerpos nunca aparecieron... en su momento.
Porque en 1674, durante unas obras de remodelación de la torre,
aparecieron 2 esqueletillos de niños. O niñas. En unas escaleras. Se decidió que eran estos dos niños y se les hizo un entierro real. Y hale, una leyenda más que contar en el castillo.
Hay una sala en la que se puede votar y decidir quien mató a los niños. Dan 3 opciones: Ricardo III, Enrique VII (Su sucesor, el que le dió p'al pelo a Ricardo mientras pedía un caballo y que según dicen, podía haberlos matado para dar mala fama a Ricardo) o que los nenes habían desaparecido sin más. En fin, el juego era una tontería para ocupar una habitación, pero... ¿Y esto por qué no lo hacemos en España? ¡Molaría! Por ejemplo, en el Palacio Real:
¿Quien crees que fué el padre de Alfonso XII: a) El Rey Consorte Don Francisco de Asís, b) Enrique Puig Moltó, c) Francisco Serrano, d) Uno que pasaba por ahí, e) Una espora?...
La historia de los niños tiene su intríngulis, pero ya que estoy, recomiendo desde aquí seguir investigando en la interesante figura de Ricardo III y su leyenda. Sobretodo en la magistral obra de Shakespeare y ya puestos, en la también magistral obra de Al Pacino: Looking For Richard. Lean y veanla ya!
2- La de las mujeres de Enrique VIII: La más famosa:
Ana Bolena, la segunda esposa (de seis) de
Enrique VIII, a la que este, cual reina de Corazones,
mandó decapitar. Al parecer, era una práctica habitual del divertido señor, que también practicó con Catalina Howard (la quinta esposa, que tuvo otras 2 Catalinas más, el hombre). La táctica en su vida fue: Casarse, repudiar (por capricho y por no darle varón), anular, romper con la Iglesia Católica porque el Papa no anulaba, casarse con la otra, repudiar decapitando e inventándose acusaciones, volver a casarse con otra, quedar viudo, volver a casarse con otra, anularlo, volver a casarse con otra, repudiar decapitando, volver a casarse con otra... y morir. Un crack.
Según dice la leyenda, el fantasma de Ana Bolena aún se pasea con su cabeza bajo el brazo. Vamos, que al fantasma... ¡se le va la bolena! (du du dum, chasss!)
3- La Conspiración de la Pólvora. Conspiración de unos cuantos
católicos ante la asfixiante presión a la que les sometían por serlo, en un país anglicano y anti-católico, en plena época de Reformas y Contrareformas. Vamos, que casi tenían prohibido hasta respirar, los pobres. Así que se hartan y montan un plan:
Volar el parlamento con pólvora desde sus catacumbas, justo el día de apertura en el que van hasta los Reyes (Jacobo I - O Jaime... o vamos, James). Y así, montar un gran caos. Lo malo es que
les pillan el plan chachi y les dan para el pelo (decapitados, quemados... ya sabeis).
El personaje principal del rollo es Guy Fawkes, al que pillan con las manos en la pólvora y al que se recuerda cada 5 de noviembre en una bonita fiesta. No falta el típico humor inglés que dice que Guy ha sido la única persona que ha entrado en el Parlamento con intenciones verdaderas. Alan Moore lo utiliza y lo renueva en su obra "V de Vendetta", esa gran obra maestra. Lo que no entendí es por qué todo esto lo explicaban en la Torre de Londres. Supongo que era porque les sobraba un huevo de habitaciones vacías, porque vamos, el reventón era en el Parlamento.
Total, que
a parte de esto: armas, armaduras, cuervos y
Beefeaters (al parecer, llamados así por su privilegio de comer carne para estar fuertotes) y poco más... O bueno, no. Mentira. Mucho más. De hecho, la parte que más le apasionó a mi intrépida acompañante de intrépidos ojos:
Las Joyas de la Corona.Yo pensaba que le apasionaban por aquello de que ella es un poco... lo que llamo "Royal Friki" (le mola cotillear todo ese rollo de las vidas monárquicas de la antiguedad), pero no. Es que son impresionantes. ¡Unos pedracos! Madre... Yo no recuerdo haber visto unas iguales en todos los palacios y museos de nuestra piel de torete. De hecho, en una de ellas (el cetro) está el diamante más grande del mundo. Ahí es nada.
Aunque debo decir que lo que más me llamó la atención fue el método de presentación: Primero debes entrar en un
edificio acorazado, con unas paredes brutales de gordas y unas puertas más grandes que la tripa de Enrique VIII. Pero es que después, llegas a la zona de las coronas y cetros y te encuentras con
unas vitrinas rodeadas de dos... ¡cintas transportadoras! Sí, sí, no te paras a mirarlas: pasas por todas ellas como por las ofertas del Corte Inglés en las escaleras. Eso sí, te dejan repetir las veces que quieras el viajecito para que puedas verlas por ambos lados.
Al salir de la Torre de Londres y antes de continuar, la visita y foto obligada:
The Tower Bridge. Contrario a lo que parece, es un puente bastante modernete: 1894. Es
levadizo y la verdad es que impresiona un buen rato. Al lado de la Torre de Londres queda fenomenal, eso sí. Lo vimos de lejos, nos hicimos las fotitos de rigor y hale, a hacer camino. ¡Para otro viaje el subir y cotillear desde las alturas!
Y tras las visitas a las torres de Londres, la visita "Real" terminó, como no puede ser de otra manera, en el Palacio de Buckingham.
Gran foto en la que conseguí, creo, sacar el coche más feo
de Londres (y toda Inglaterra, seguro).
El sitio en sí no tiene mayor gracia que el morbo de decir: "A ver si la veo". Pero pese a que se encontraba dentro (ya saben, la banderita era la del escudo de familia) tampoco es que causara un interés especial. Eso sí, para no perder la costumbre, llegamos en pleno cambio de guardia. Pero poco más que ver allí.
Así que decidimos hacer... ¡el gilipollas! O por lo menos, yo lo acabé haciendo. Lo explico: Culo veo culo quiero, se nos ocurrió hacernos una foto en la puerta de Buckingham... pero saltando! He aquí una intrépida muestra:
Pero claro, no todo va a ser tan fácil. Como no, en mi caso, pillarme en el aire fue mucho más difícil. No se si por la ley de la gravedad o por qué. Ya les quito el chiste, por si lo querían. Pero... bueno, esto fué lo que pasó. Aunque parezca una secuencia de cine, entre foto y foto pasaban minutos. Lo juro:
Al final, tras un buen rato (observad como va desapareciendo la gente al fondo), ¡por fin lo conseguimos!
¿Y todo esto para qué? Ni idea, pero mira, las fotos son graciosas!
No se ni como no nos detuvieron...
Good Save The Queen. And The Intrepid Journalist, madre mía :P
Ah: Continuará...
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Etiquetas: Londres, Personal, Viajes