Sí, vale, a ver, no es que odie a los niños eternos, como hace el Capitán Garfio, por algún oscuro deseo de gobernar. Lo odio porque él puede divertirse, ser feliz, jugar y reir... sin tener que hacer todas estas cosas espantosas:
- Querer un coche.
- Decidir comprar un coche.
- Mirar docenas de ellos.
- Preguntar en muchos concesionarios
- Hacier cuentas comparativas.
- Decidir en concreto cual quieres (o mejor, puedes) y qué características puedes permitirte.
- Pedir presupuesto en los concesionarios de la marca y comparar.
- Elegir cual te da el mejor precio (o atención) y hacer cuentas entre ellos.
- Ir a por presupuesto final y ver si el precio es admisible para tu economía (la respuesta siempre es no, pero bueno)
- Decidir cómo narices lo vas a pagar.
Ahora mismo me encuentro en este último paso y es el peor con diferencia. Ya he pasado por terribles días observando páginas de internet, catálogos, concesionarios, coches que circulan por la calle... toda información era oro. Toda impresión era analizada al detalle. Y toda se acompañaba de un numerito a su lado.
Estar conmigo hoy en día (y desde hace un par de meses) es un coñazo. A la mínima ¡zas! saco el tema del coche. Es como ir con Manolito y aguantar la publicidad encubierta de "Almacén Don Manolo", pero sin el chiste. De verdad que a veces me escucho y me deprimo. ¡Perdonad todos los que lo estais sufriendo! Sobretodo la intrépida sufridora de intrépidos ojazos... pobre.
Todo esto lo provoca una mezcla de ilusión, de estrés por saber cual es la mejor elección y de impotencia por saber que no podrás elegir el que realmente querrías. Y no hablo de un Mercedes ni nada extraño, vaya. Hablo de un cochecín sencillo pero con pretensiones.
Al final, creo que tengo elegido el modelo: Volkswagen Polo GT 1.9, TDI 100Cv.
Y digo "creo" porque ahora queda
la parte infernal y puede pasar de todo. La parte infernal es la de ver cómo cojones lo pago.
El concesionario ofrece una finaciación cara. Puf.
El banco me ofrece otra que no es TAN cara, pero oye... ¡Puf!
Y la vida me ofrece ponerme a llorar pensando en que vas a tener que pagar esa pasta cada mes durante siete años... ¡7 años!
Y es que, sinceramente, siete años en la vida de un guionista mercenario es un
abismo de incógnitas insondable: ¿Tendré curro suficiente durante esos siete años para pagar cada mes esa cantidad (además de alquileres y gastos fijos)? ¿Dónde estaré dentro de siete años? ¿Me arriesgo a subir la cuota y reducir los años? ¿Con el paro, me daría...?
Amigos, sí: ser guionista es maravilloso. Mil mundos que crear. Mil aventuras que vivir. Conces gente interesante. Transmites. Te pagan por ello. Te contratan en 4 empresas durante un año y Hacienda te da un palo de 4 cifras que de deja acojonado. No tienes jamás un contrato que aguante un crédio o préstamo decente porque sueles estar asegurado en el puesto de 3 en 3 meses... y eso si hay suerte. No sabes qué será de ti la próxima estación. Ni mucho menos el próximo año. Y si no eres de Madrid, sabes que tus ofertas están más que limitadas.
En resumen, que te tiene que gustar mucho. Pero mucho mucho.
Tanto como me gusta mi coche.
Porque...
¿Os he dicho que me compro uno?
¡Está genial!
¡Mira como mola!
¡Tiene de todo!
¡Y el precio no está del todo mal!
Y además...
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Etiquetas: Coches, Guionismo, Personal, Queja