Antes de acometer mi "London Calling IX" y el que será el último "London Calling X" (sí, sí, 5 días me han dado para diez posts, con 2... pisos, como los autobuses) voy a comentar las inevitables visitas a museos de la capital británica. Una delicia.
La verdad es que la oferta es impresionante, como era de esperar. Desde lo más de lo más que pueda haber en la Tate Modern hasta los más remotos y antiguos restos arqueológicos que pueda haber en el British Museum, pasando por la impresionante colección pictórica de la National Gallery, la de retratos de la Portrait Gallery, el National History Museum, Victoria & Albert Museum, Science Museum, Imperial War Museum…. Puf. Hay miles. Y todos tienen pinta de guardar sus cositas chulas. Así que hay que elegir (o morir en el intento).
Elegimos pasar por un par, sólo. Eran cinco días y lo que más apetecía era callejear. Además, había que tener en cuenta las visitas a Windsor y Torre de Londres y repartir los tiempos. Y eso es importante, porque en Londres TODO cierra a las 6 como muy tarde y por tanto limita mucho las visitas. Sobretodo a los españoles, esa gente con horarios extraños para el resto del mundo (excepto Grecia y Portugal, supongo, que siempre nos acompañan en todo).
Los elegidos fueron 3: El obligatorio British Museum, la National Gallery y el descubrimiento sorprendente: a última hora, añadimos el Sir John Soane’s Museum.

El lugar es tan pequeño que sólo dejan entrar a una cantidad pequeña de gente a la vez. Mientras, en la cola, un señor muy educado, charla contigo si estás a punto de entrar para decirte que dejes las bolsas en la entrada. Miró la mochila intrépida y recomendó dejarla, miró mi bandolera pequeña e hizo lo mismo. Yo le miraba extraño... ¿Para qué voy a dejar este bolsito enano?. Pues bien, toda la razón tenía ese santo hombre: ¡Ahí dentro no cabía un tio con bandolera! Había pasillos en los que casi me cargo mini-laocontes y otras obritas. Cada giro era un peligro para el museo. En fin, vayan desnudos y con el traje ninja, por favor.
Eso sí, el museo tiene la ventaja, además, de que el primer martes de cada mes abre hasta las 9 de la noche, cuestión que se agradece por los turistas. Si vais por allí y aún no lo conocéis, que no se os escape, es realmente atractivo el personaje y su lugar.
Eso sí, el museo tiene la ventaja, además, de que el primer martes de cada mes abre hasta las 9 de la noche, cuestión que se agradece por los turistas. Si vais por allí y aún no lo conocéis, que no se os escape, es realmente atractivo el personaje y su lugar.

El sitio mola porque vas de gorra, así que se disfruta muchísimo más. Y más si te pides la audioguía, que también es de gratis (bueno, la voluntad, pero la voluntad de pagar siendo turista español ya sabemos que es poca). Eso sí, como éramos super-majos, sólo pillamos una. Así que, o bien uno veía la sala mientras el otro escuchaba el comentario de turno, o bien el "otro" cansado acercaba la oreja a ver qué decía. Debían estar partiéndose el culo con nosotros...
En la galería se encuentran algunos de los cuadros más famosos del mundo. La colección es inabarcable, así que no los voy a numerar. Intentamos hacer un recorrido de "escogidos" dado el poco tiempo que se suele tener, pero es imposible: te tienes que parar en todos. Al final, corriendo por las salas de Caravaggio y por ahí. Ay señor... al final, vimos muchos, pero entre ellos, el más disfrutado fue el del “Matrimonio Arnolfini” de Jan Van Eyck.
En la galería se encuentran algunos de los cuadros más famosos del mundo. La colección es inabarcable, así que no los voy a numerar. Intentamos hacer un recorrido de "escogidos" dado el poco tiempo que se suele tener, pero es imposible: te tienes que parar en todos. Al final, corriendo por las salas de Caravaggio y por ahí. Ay señor... al final, vimos muchos, pero entre ellos, el más disfrutado fue el del “Matrimonio Arnolfini” de Jan Van Eyck.





En fin, ¡tanto que ver en este museo! Por supuesto, mi adorado Canaletto tenía un par de salas dedicadas con una cantidad de cuadros suficientes para satisfacer al más exigente. Entre estos, los del museo de John Soane y los que tenían en el Castillo de Windsor, quedé más que satisfecho (y sorprendido) con mi hambre del pintor veneciano.


Un hecho curioso ocurrido en el British fué el descubrimiento de que, cuando salimos fuera de casa, nos volvemos idiotas. O más idiotas. Andaba yo con una camiseta de Candem, de M.A. (el del Equipo A) así dibujado en plan mono cuando pasa un grupo de niñas adolescentes. Una se para delante de mi, frente a mi, señala mi camiseta abiertamente con su dedo y grita a sus compañeras en perfecto castellano: "Mira, es M.A.! Mira la camiseta de este tío, jojo, como mola!". La miran, ríen, se cogen de la mano y se van. Mientras, yo, flipo. A ver, vale que igual yo resulta que era guiri, aunque pinta inglesa, no tengo. Vale que igual, no hablo tu idioma y no entiendo tu comentario, vale... Pero jodida niña, si te paras frente a mi a 2 cm y me señalas con el dedo, ¡algo sospecharé! ¡Que el hablar otro idioma no te hace invisible, pazcuata!. Y mientras estas niñas respiran, culturas milenarias se han extinguido... que mal, que mal.
Pero allí, en el British, lo más importante (o lo que más me apetecía ver) parecían ser los restos del Partenon de Atenas. Por fin los vi. Y… bueno, me dejaron un poco frío. Yo no se qué me pasa que me ponen figuras sin cabeza y me cuesta entrar. Pero la verdad es que si los consiguieran situar de nuevo en sus lugares (y supongo que en el estado en que se debe encontrar el Partenon debe ser muy difícil) sería grandioso.

Pero yo soy así: Mu raro. Así que lo que más me llamó la atención del British Museum no fueron ni los griegos ni los egipcios ni nada… fueron… estos seres:

¿Qué narices era eso? Ni idea, amigos. Pero con uno sólo, Iker Jiménez se hace una temporada completa con fascículos en los quioscos y todo. ¡Flipante! Hay dos que parece que tengan frío, una con gafas de sol chungas, otra que parece la hija de la hermana de Mulder… la otra calva… Lo normal sería que fueran estatuillas de la fertilidad y tal, por lo que he visto por otros lados, pero me da tan mal rollo que prefiero no pensarlo. Vaya hijos pueden salir de ahí. Sobretodo si a la madre le dan la del alien enano.
Invito a todo aquel que visite Londres a que busque a estos extraños (y pequeños) seres para descubrir su oculto secreto… Madre mía, a estos británicos les ha dado por ir a robar cositas muy lejos, me parece a mi. ¡A otra galaxia o algo!
La verdad… está en el British.
Ah y… Continuará…
.