jueves, 19 de octubre de 2006

Mi patria está en la frontera...

Hoy más que nunca, he tenido un sueño.
Escribir desde casa. Poder vivir donde quiera. Poder hacer mi trabajo a distancia...

He de decir que dentro de esa idea de "escribir desde casa" se incluye la de, por fin, establecer eso, una casa. Un lugar. Estoy en Madrid por trabajo. Estoy de paso. No se hacia donde, si volveré de donde vine o si llegaré a otro lugar, todas las posibilidades son bienvenidas, incluso quedarme, pero en ellas he de incluir el saber cual es "mi casa". Ahora mismo, unas posibilidades cobran mucha más fuerza que otras, hay mucho más tirón hacia lados de ese abanico que se abre. Lugares, personas, deseos, preguntas, ganas de descubrir... todo influye. Todo fluye.

Pero claro, hay que ganarse el pan. Y yo el pan me lo gano con algo que me encanta, así que no pienso dejar de hacerlo y buscar otras maneras. Pienso que el trabajo que hago, como muchos que he hecho, podría hacerse desde casa, con las ventajas que da la tecnología actualmente. Y me encantaría que fuera así. Al fin y al cabo, recibiendo las pautas necesarias en una reunión semanal y en contacto directo telefónico o via mail (o servicios estilo messenger) podría funcionar muy bien la cosa.

Entiendo que el guión de ficción da esta oportunidad, de llevarse a casa el trabajo, pero también creo que en programas, puede ocurrir en ciertos casos. Y sería maravilloso.

Muchos dirán: "¿Qué pasa, que lo que haces no se puede hacer allí?". Y me duele responder siempre que "no". Esperando, eso sí, que en un futuro inmediato, pueda hacerse. Se van abriendo puertas, poco a poco. Y sí, suena como un martillo la voz que dice: "¿Y por qué no las intentas abrir tu un poco más?". Quizá sea cuestión de eso.

Cosas del desarraigo. Cosas de las necesidades. De echar de menos. Espero que en un futuro, pueda ser así... habrá que hacerse chaché. Al final, todo parece cuestión de eso.

Y sí, ya se que tiene desventajas y todo aquello, pero caray, hoy me ha dado por ahí.
Aunque no, ya me viene dando hace un tiempo.

Permitidme una canción:

Frontera - Jorge Drexler.


Yo no sé de dónde soy,
mi casa está en la frontera.
Y las fronteras se mueven,
como las banderas.

Mi patria es un rinconcito,

el canto de una cigarra.
Los dos primeros acordes
que yo supe en la guitarra.

Soy hijo de un forastero
y de una estrella del alba,
y si hay amor, me dijeron,
y si hay amor, me dijeron,
toda distancia se salva.

No tengo muchas verdades,
prefiero no dar consejos.
Cada cual por su camino,
igual va a aprender de viejo.

Que el mundo está como está
por causa de las certezas.
La guerra y la vanidad
comen en la misma mesa.

Soy hijo de un desterrado
y de una flor de la tierra,
y de chico me enseñaron
las pocas cosas que sé
del amor y de la guerra

Soy hijo de un forastero
y de una estrella del alba,
y si hay amor, me dijeron,
y si hay amor, me dijeron,
toda distancia se salva.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

UNA NUEVA FACETA DE TONI BETRÁN: EL LLANERO SOLITARIO. EL COWBOY QUE CABALGA EN SU MICRA HACIA LA PUESTA DE SOL, COMO UN LUCKY LUKE NO FUMADOR. RECONOZCO QUE CUANDO MONTO EN SU CORCEL, ME SIENTO UN POCO RANTAMPLÁN, PERO, A LO QUE IBA. TRABAJAR DESDE CASA ESTARÍA BIEN. PERO SE PERDERÍAN MUCHAS COSAS: EL FEEDBACK CON LOS COMPAÑEROS, POR EJEMPLO. O LA POSIBILIDAD DE COMER MUCHA CEBOLLA EN EL COMEDOR DE GLOBO. Y YA SABÉIS EL REFRÁN, MIS NIÑOS DE 30 AÑOS, “COMIENDO CEBOLLA, TE CRECE MUCHO, ETC.”. POR CIERTO, SIGO VENDIENDO EL ZULO.

Anónimo dijo...

¡pues parece ser que te ha dado con drexler!

El Autor dijo...

En ocasiones creo que los deseos se conceden. Y es una putada.

Yo quería trabajar en casa. Y de pronto... ¡Hala! A currar en casa. lo hice durante algo más de un año. Y es un horror. Lo es porque no desconectas nunca del todo y (Si eres tan vago como yo) tampoco trabajas nunca del todo. Te levantas en el sitio de trabajo, deambulas por el sitio de trabajo, comes en el sitio de trabajo y... lo que es peor, te pierdes a tus compañeros de trabajo.

Detestaba levantarme pronto para ir a Globo, y en ocasiones maldecía tener que discutir con ellos cuestiones del guión (Cuando era evidente que yo tenía razón) pero pese a todo, recordaba aquellos días en los que no hablaba con nadie en todo el día y... prefiero ir allí y estar con todos esos cabrones. Eso sí, cuando nos daban días de escritura y no teníamos que volver... ¡Como me gustaban esos días! Pero claro, todo agrada en la dosis adecuada.

Mola ser guionista. Aunque sea de carretera y manta.

Anónimo dijo...

ponte bueno, Tiiiiittoooooo