Eso es lo que pasa cuando te columpias demasiado. Que llega la cruda realidad, la cruda gravedad, y te das un leñazo.
Metafóricamente, ha pasado algo así: Este trabajo cuesta mucho más de lo que pensaba y no todo iban a ser cabriolas y diversión. En fin, no me mal entendáis, no es que sea que no puedo, es símplemente que las circunstancias han metido su pata para ver si resbalaba:
- Vengo de un trabajo anterior intenso, con bastante desgaste mental.
- Acabo un viernes en ese trabajo y el lúnes me incorporo al siguiente.
- Es un proyecto ya creado en el que debo empezar a parir ideas desde el minuto 1.
- Estoy yo sólo pariendo esas ideas (aunque gracias a Dios, un colega me coordina).
- Es ficción. Hace tiempo que no abordaba ficción: ¡Cambio de formato!
- Es en casa. Hace tiempo que no escribía desde casa y menos en estas circunstancias de habitabilidad. Cambio de dinámica.
- Es muy buen trabajo y no quiero cagarla, por Dios, no quiero cagarla, por Dios...
Estas circunstancias (excepto la primera) por si solas, son acojonantemente maravillosas. Es decir: ¡molan! ¡Incluso muchas las he deseado durante años! ¡Muchos deben estar odiándome! Pero os aseguro, que pese a todas sus bondades, cuando llega todo eso de sopetón a un tierno corazón hipersensible, da yuyu.
Establecer un tiempo de adaptación a un trabajo nuevo, a un proyecto nuevo que ELLOS ya han empezado y a una empresa nueva donde debes ubicarte es importante. Ahora debo adaptarme a las formas y lugares, formatos, medios, dinámicas... y además, debo olvidarme de todo el tiempo que llevo sin vacaciones (una semana ahí perdida, en años, no cuenta) para ponerme a rendir a tope. Porque si no, todo eso conlleva un peligro: La crisis laboral. Vamos, la mente en blanco y la angustia vital.
Tras bordear ese peligro, me dispongo a encarar el futuro con la ilusión de, por fin, haber visto la luz y pensando que ya le voy pillando el tranquillo a todo esto. Y qué narices, tiene muy muy buena pinta. De hecho, es un trabajo genial. ¡Y nos pagan por ello!
Que paciencia hay que tener, por dios. Maldita ansiedad auto exigente, ¡pardiez!
Enseguida estoy con vosotros.
.
Etiquetas: Guionismo, Personal