Llevo un buen tiempo sin escribir, es cierto, y lo siento. Pero tengo buena excusa: he estado un poco entretenido viajando y pasando unos días geniales en... París. Cosa del low-costismo que asola nuestros aeropuertos. Y de la alegría de vivir, para qué engañarnos.
El tema personal lo voy a obviar, que no os interesa (cotillas) y voy a centrarme en el tema a comentar: Un descubrimiento que hicimos allí, entre las múltiples atracciones de una ciudad tan preciosa. Un descubrimiento dirigido por las inquietudes morbosas y curiosas que afloraron al ver en una guía, en el apartado de "París curiosa", un apartadillo donde ponía: "
Catacumbas de París".
¿Catacumbas? ¿Pero esas no están en Roma? ¿Aquí también? ¿Pero... con cristianos perseguidos y pececitos pintados por todas partes? ¿Qué había en esas catacumbas? Miramos la guía. Más o menos explicaba (con esa manera tan peculiar que tienen las guias de hacerlo) que eran antiguas canteras de París, extraoficiales, que cubiertas, formaban pasillos. Y que aprovechándolas, era dónde se habían depositado restos mortales provinientes de cementerios a los que París había engullido en su crecimiento urbano. Vamos, un rollito tipo "
Poltergeist", por los antiguos cementerios re-utilizados como zona edificable; pero a diferencia de la película, se llevaron de allí los cuerpos antes de poner la piscina. Un depósito para hacer hueco a una capital de Estado-Nación que creía exponencialmente, utilizando esos huecos bajo tierra. Así que eran unas catacumbas, con osario.
Llegamos al lugar. Como no, había cola. Sólo 100 personas por visita. Avisan de las "impresionantes imágenes que pueden herir la sensibilidad..." Bah, lo de siempre, Anthony Blake dice también esas tonterías antes de hacer sus trucos. Así que bajamos y bajamos por escaleras de caracol interminables buscando oscuros secretos. Y encontramos pasillos estrechos, arreglados hace un par de siglos, con marcas en el techo pintadas para que no se perdieran los visitantes nocturnos de la época... Porque sí, en esa época, a la gente ya le daba gusto bajar allí a ver a los muertos. O vaya usted a saber.
Así que nos encontramos, tras metros de galerías húmedas, con las puertas de... las puertas de... Vamos, las puertas. Y un mensaje que haría palidecer hasta al propio Profesor Jones:
¿Qué nos esperaba dentro? ¿Cuerpos descompuestos? ¿Acumulación de cadáveres? ¿Un cementerio subterraneo?... Pues no, nos encontramos con que, años después de llevar los restos de los muertos, a un señor encargado se le ocurrió que ya que había tanto hueso y ya que iban a bajar a visitarlos, lo mejor sería dejarlos bien monos. ¿Y qué mejor que jugar a los legos con los huesos y calaveras? Manos a la obra: masilla y a juntar craneo con craneo (
previlegiados, seguro) y femur con femur. Como si de un merengue pachanguero-macabro se tratara.
Me imagino al currito al que le tocó comerse el encargo. ¿Aguantaría? ¿Lo terminaría el mismo que empezó? Es que son muuuuchas galerías... En caso de que no, me imagino al segundo currito que llegara:
- Uy, ¿pero esto quién se lo ha hecho? Madremía, pos no ha juntao el femur con el cúbito, menudo desastre... voy a tener que levantar to esto y metele mano a esa fila...
En fin, no sería así, seguro, porque vista la obra, se nota que hablamos de artistas. Por lo menos, el que lo encargó, lo era. Un artista de miedo, vaya.
Porque igual te los ponían haciendo una cruz, que haciendo una linea que, lo más humillante... ¡haciendo una forma de corazón! ¡Juro que estaba esa figura!
Imagínense lo duro que puede ser saberte, para la eternidad, formando con tu sonrisa eterna un ridículo corazón en las catacumbas de París. O formando una cruz, da igual. Imagínense tremendamente ateos, para que siglos después llegue un señor y te ponga formando con tu calva resultante, ¡un altarcito!.
Realmente, esto es una humillación post-mortem.
Sin duda, algún día, toda esa gente ahí colocada como si de cabecitas de osos Mitrofan en La Zarzuela se trataran, se va a rebotar... ¡que muchos son protagonistas de la Revolución, por favor! Mon dieu.
Yo no dejaba de temer, durante toda la visita, que me fuera a tocar pelearme en plan "Furia de Titanes" con esqueletos cabreados, en un cutre-homenaje a Harryhaussen, pero al final, gracias a dios, no hubo necesidad ninguna. Y no sería porque alguien que yo me se no se dedicara a invocar a los muertos para que reclamaran venganza, no...
Uno ve todo estoy piensa que, al final, van a tener razón los Monty Python (siempre la tienen!) con su famosa canción de "Always look on the bright side of life". Porque el lado oscuro, aquí abajo... mejor no mirarlo mucho. Les dejo la canción y abajo el extracto más sincero.