Dentro de mis artistas más admirados, están destacando siempre los
Monty Python. En la comedia, para mi lo son todo. Tanto talento, tanto desparpajo, tantas ganas de hacer reir, de expresar ese humor tan especial y tomárselo tan en serio, siempre me ha asombrado. Sin duda, sólo unos ingleses podían hacerlo así. Me encantan.
Podría ponerme a hablar de mis sketches favoritos, de mil frases ya míticas, de mil inventos de comedia absolutamente espectaculares que hoy en día escandalizarían en una televisión generalista y que ellos ya hacían en prime time, en la BBC, en 1969. Pero paso, porque ya todo el mundo ha oído hablar de ellos... Y si no, ¡deberíais!
De entre todos sus sketches, hay uno que, por surrealista, por acojonantemente imbecil, me maravilla. Si yo consiguiera alguna vez reunir a la gente necesaria, para hacer un programa y poder colar algo así, poder siquiera pensar que algo así se va a poder hacer, se va a emitir, se va a difundir... podría morir tranquilo. Debe ser maravilloso encontrar un equipo con el que crear cosas como estas, cosas que por tu cabeza pueden llegar a pasar... y hacerlas realidad.
Es una gilipollez máxima, pero ¡Dios, cómo me rio con la puñetera llama!
P.D: Una pena que el final-final quede cortado, pero ver acabar el sketche con TODOS haciendo una reverencia, incluido Graham Chapman vestido de folclórica en motocicleta, era redondo.