Mañana empezamos a grabar la segunda temporada del programa en el que estoy trabajando.
La verdad es que hay ganas de ver lo que van a hacer los nuevos, pero no hay nervios. Es la ventaja de contar con un equipo que ya conocemos y con un formato que, guste o no, tenemos todos claro.
Nunca había trabajado en una "segunda temporada" de algo y las sensaciones son extrañas:
Por una parte, te tranquiliza la seguridad de caminar sobre suelo firme, ya testado. Sabes qué funciona y sobretodo, qué no.
Pero también limita, porque sabes que no va a cambiar esto en todas las semanas que dure. Sí, se supone que ahí estás tu para proponer cambios pero... no los va a haber en una segunda temporada. Por lo menos, no cambios sustanciales.
Se elimina la paja, se pulen los errores, pero el concepto, sigue ahí. Te guste, o no.
A mi me gusta, por eso estoy contento.
Supongo que estas cosas pasan también en la vida. Hay segundas partes... y aunque sabes que no va a haber grandes cambios, tienes varias oportunidades: cambiar los pequeños detalles que van a hacer que eso que tienes sea perfecto o seguir adelante, exprimiendo todo lo que puedas esa pequeña gallina de oro.
A mi me cansa lo segundo, tanto en la vida, como en la tele.
A ver si tenemos suerte y conseguimos no caer en lo segundo.
A ver si tengo suerte y consigo lo primero.
Las ganas, no faltan!
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